Carpe Diem

Buenas noches.
Hoy en Madrid, disfrutamos de unos 30 grados de temperatura, con un cielo totalmente nublado decorado y con preciosos detalles relámpagos y truenos que cada vez hacen notar su presencia con más fuerza. Hasta el punto de decir: estoy asustada.

Tormenta. Hay muchos tipos, en realidad. Aquella creada por la naturaleza, y la tormenta sentimental. Cuando sobre el corazón recaen relámpagos y truenos, haciéndolo pedazos... y es ahí, cuando te miras al espejo y piensas: la lluvia se ha echo dueña de mis ojos.
Llueve dentro, y llueve fuera. Pero no es el caso por el que escribo. Quería hablar de la tormenta natural (esperar)... Es que cada vez hay más relámpagos y truenos, y no me gusta como pinta esta noche. El caso, la tormenta natural. Aquella que atemoriza a los más pequeños y también asusta a los mayores. A todas las edades... Un fenómeno de la naturaleza, que siendo algo que pueda provocar escalofríos, también es digno de belleza. Por eso, si tienes miedo a la tormenta, yo propongo un plan: por cada relámpago, ríe, y por cada trueno, ríe con más fuerza. Y si llueve canta. Que la naturaleza sepa que no está sola. Que tiene compañía. Que estás tú para observarla, y si se deja admirarla. Que sepa que la puedes contemplar, sin aterrarte y sin estremecerte en ningún momento...

Aunque por otro lado pienso, si la madre naturaleza hace caer una tormenta porque anda mosqueada... No creo que le haga ninguna gracia ver a personas riéndose de su poder.
Pero en fin. Después de la tormenta viene la calma. Madre naturaleza no aguanta más de una hora enfadada... Así que cuando te canses, yo estaré encantada.

Y ahora os comunicó, que parece que la tormenta amaina. No está mal, de vez en cuando descargar la ira, siempre que no se haga a nadie daño.