PD: siento haber tardado en escribir la historia (si es que alguien la lee). A decir verda perdí el documento, pero luego lo encontré. Siento también que el capítulo sea tan largo, pero es que no se puede cortar, porque se pierde el hilo de la historia, si no lo habeis perdido ya :)

CAPÍTULO ANTERIOR

-Bueno…Espero que no sea nada más-dijo mientras me ayudaba a bajar-Mira quién ha venido a visitarte-susurró al mismo tiempo que sonreía.

Al fin bajé todas las escaleras y me apresuré hacia el salón para verle. Pero estaba equivocada. O no era él, o había adoptado la forma de dos personas muy distintas que estaban sentadas en el sofá.

CAPÍTULO 9


-¡¡Monique!!


Aquellas dos personas se levantaron con prisa y se abalanzaron sobre mí atropelladamente. Me abrazaron con fuerza y empezaron las preguntas.

-¿Qué tal te encuentras?

-¿Qué te ha ocurrido?

-¿Ya estas bien? Nos distes un susto de muerte

-Madre mía que moratón. Pero todo ha acabado, ¿verdad? Que mal lo hemos pasado…
Mientras hacían todas esas preguntas, yo intentaba desquitarme de sus brazos y poco a poco iba dando pasos hacia atrás. Esas personas a las que no reconocía, parecían tener mucha presencia en mi vida, y yo ser muy importante para ellos. Pero me empecé a agobiar y todo me daba vueltas. Cerré los ojos.

-Mamá…-susurré- Me estoy mareando

-Tranquila cariño-me cogió de la mano y me llevó al sofá para que me sentara- Chicos, tranquilizaos, la estáis agobiando un poco

-Lo sentimos mucho-dijo la chica, y ella y el chico se apartaron un poco.

Mi madre les miró con cariño

-Comprenderlo. Esto le viene un poco de sopetón…- y me sonrió

-Lo sentimos, Moniq, estábamos tan preocupados. No sabíamos donde estabas, ni que te había pasado… nos dijeron que estabas en el hospital, pensamos lo peor, y…-la chica dejó de hablar, se le había hecho un nudo de garganta y parecía que iba a empezar a llorar.


Coloqué mis codos en mis rodillas y agaché la cabeza, mirando al suelo. El mareo había cesado, pero aproveché el tiempo que me dejaban para recuperarme, para poder juntar recuerdos y averiguar quienes eran aquellas dos personas. Desgraciadamente no me acordaba.

-Pero ya estás aquí…-dijo el chico, y se arrodilló para acercarse a mí. Subí la cabeza y nuestras miradas se encontraron. Él me sonrió, y yo hice un amago de sonreír.

-¿Te encuentras mejor, cielo?- me preguntó mi madre mientras me tocaba la frente-No tienes fiebre ni nada…

-Sí, ya estoy bien-dije y me levanté-Voy un momento al baño a lavarme la cara y vuelvo.

Anduve hasta salir del sofá pero no me dirigí al baño, giré y me quedé al lado de la puerta. Ellos no me veían, pero yo les podía escuchar. Necesitaba que hablasen para averiguar como se llamaban, sino el hecho de tener secuelas se haría realidad ante ellos, y no era eso lo que yo quería precisamente.


Yo diría que habrían pasado 3 minutos y nadie decía una palabra. Solo silencio. Y en ese momento el silencio era mi enemigo. No entendían como no comentaban nada, aunque fuera sobre mí. Ni una pregunta, ni un comentario, ni una segunda muestra de agradecimiento por parte de mi madre.


-Bueno, chicos. En serio. Muchas gracias por venir a visitarla. Ahora os necesita cómo nunca. Sois sus dos pequeños faros-agradeció sonriendo.

Oh. Mi madre me había leído la mente. Un buen momento para hacerlo.

-No hace falta que lo agradezca, señora Taylor. Ella es nuestra mejor amiga. Y bueno, para mí es casi como una hermana…-aclaró la chica

-Oh Ángela. Sé que vosotras habéis sido inseparables. Ya verás cómo pronto todo vuelve a la normalidad-dijo mi madre animando a Ángela.

Bien, bien. La cosa marcha. La chica se llama Ángela y parece ser que somos inseparables, pensé. En ese preciso momento noté que se hacía un vacío en mi corazón. Desde luego notaba que con ella había tenido una conexión única, pero en mi mente no quedaban recuerdos de ello. Empecé a lamentarlo y a recapacitar. Quizá sí debería admitir que me habían quedado secuelas. Cuando volviera a esa sala, esa chica, para la que soy una hermana, se daría cuenta de que la mayor parte de mi memoria ha sido borrada. Y desde luego eso sería un palo…


-…llamamos y nadie nos atendía. La verdad es que si que pensamos lo peor y…-contaba el chico.

La conversación había continuado sin que yo me diera cuenta.

Imaginé que el chico iba a empezar a llorar porque mi madre le cortó.

-Eric. ¡Eric! Tranquilo ¿vale cielo? Sé que por vuestras cabezas habrá pasado todo tipo que cosas que le podrían haber ocurrido a Moniq…-hizo una pausa. Parecía que ella también había pensado lo peor-…pero ya está en casa. Y dentro de nada ella estará totalmente recuperada.

Dos tantos. Ya sabía el nombre del chico. Eric. Su nombre resonó dentro de mi cabeza y una sensación como de ternura hacia ese nombre se adueñó de mi cuerpo. No recordaba a penas nada de él, pero si sabía que sentía mucho cariño hacia su persona.
Dudé en entrar o esperar un poco más para ver si comentaban algo que ayudase a mi memoria.


-¿Y le ha quedado alguna secuela?-preguntó Ángela.

Nada de esperar. Así que entré rápidamente al salón para contestar a esa pregunta.

-Ninguna, claro está. Estoy bien, en serio. Gracias por venir a visitarme. Os lo agradezco mucho-contesté mientras me sentaba en el mismo sitio donde estaba antes.- Ángela, Eric. Repito: estoy bien. Divinamente. Como una rosa-quizá estaba exagerando un poco, pero les había llamado por su nombre aposta para ver si se relajaban.

-Vale, no te lo haremos repetir. Estás perfectamente-dijo Eric mientras me sonreía. Le brillaban los ojos.

Acto seguido se respiraba tranquilidad en el salón. Mi experimento de llamarlos por su nombre había surgido efecto. Sin embargo Ángela me miraba fijamente. La miré, pero me sentí incómoda y aparté la mirada. Luego pensé ¿retirarías la mirada a tu mejor amiga? Pero ella tendría que entenderlo. Acababa de salir del hospital.


-Bueno, suponemos que estarás cansada. Al fin y al cabo hace nada saliste del hospital. Queríamos hacerte una pequeña visita para asegurarnos de que estabas bien…-comentó Ángela mientras se levantaba.

-…Y estoy de maravilla-la interrumpí mientras la sonreía.

Ella me devolvió la sonrisa.

-Pues eso, que ya nos vamos. Un placer haberla visto señora Taylor-dijo Ángela mientras se acercaba a mi madre para despedirla.

-Un placer, aunque espero que para volver a veros no tenga que ocurrir algo parecido-bromeó mi madre.

Eric también se levantó y se despidió de mi madre con dos besos.

-Os acompañamos a la puerta-dijo mientras se dirigía tras ellos al recibidor.

La seguí.

-En serio muchas gracias por preocuparos tanto de mí. Da gusto tener amigos como vosotros-expliqué. No sabía si estaba sobreactuando.

Ángela y Eric me miraron y rieron.

-Para eso están los amigos-aclaró Eric.

Después ambos salieron de la casa y se despidieron desde fuera con la mano.

-¡Mañana te llamo!-gritó Ángela mientras se alejaba.

Se notaba que nuestra amistad había sido buena.

Y cuando por fin sus siluetas desaparecieron tras girar la esquina, mi madre cerró la puerta.
-Bueno, cariño. Van a ser casi las tres y media. Supongo que tendrás hambre. Voy a preparar la mesa-indicó mi madre.

-¿Las tres y media? ¿Ya has hecho la comida?-pregunté con sorpresa

-Sí, el tiempo pasa rápido. He preparado tallarines con salsa…

-¿Cuándo los has preparado?

-Mientras estabas en tu cuarto. No se tarda mucho, además ya sabes que soy muy buena cocinera-me explicó a la vez que entraba en la cocina.


-Ah, claro…-dije dudosa. Realmente no lo sabía. Un pequeño pinchazo, por no recordar las virtudes de mi madre… Además no solo había perdido parte de la memoria, sino también la noción del tiempo.

lunes, 21 de junio de 2010 Posted in | | 0 Comments »

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